Hijo de la guerra- Reseña

Alexander Lagunas
3 min readJun 18, 2020

--

Ricardo Raphael y Jorge Volpi juegan a lo mismo, a escribir novela de no ficción. Un género donde se intenta unir los hechos comprobables y llenar los huecos con lo más cercano a la realidad. Es en estas grietas/abismos, se abre la posibilidad de la ficción; porque aunque pueda ser una suposición muy acertada, nunca dejará de ser eso: una suposición.

Hay veces donde la violencia, la vida misma parecen ser mucho más, y es ese momento cuando uno quisiera que fuera sólo un asunto de ficción. Es por eso que el libro Hijo de la guerra logra sobresalir, porque da la posibilidad de poner en duda todo el libro; en poder decidir que aquello que se lee no es real. De esta forma, resulta mucho más sencillo poder leer sobre algo tan atroz como el narcotráfico en México, cuando podemos pensar que no todo es cierto. Sin embargo, sabemos que muchas de estas acciones violentas son ciertas; a qué medida es donde uno puede decidir. La literatura y la ficción dan la posibilidad de llegar a más gente de una forma menos agresiva y esto es la diferencia principal entre un texto periodístico que trate sobre los actos de narcotraficantes, a una novela de no ficción que hable sobre lo mismo. El trabajo periodístico no da espacio a la duda, ni a la imaginación: son hechos y eventos. La novela deja que todo cobre con incluso más vida.

Hijo de la guerra es un texto que capta la atención del lector y lo mantiene leyendo sin muchas interrupciones. Aquí no hay un gran uso del lenguaje, ni de figuras retóricas; pero hay una sencillez donde uno puede visualizar a un Zeta sin mayor problemas. Sus faltas en el lenguaje, su comportamiento, su modo de ver las cosas en esos momentos. Un lenguaje crudo que refleja lo frío de la realidad de sus relatos. Los saltos en la narrativa hacen del texto más llamativo, pues el periodista nos acompaña en nuestro descubrimiento de todas estas atrocidades; nos verifica datos y señala dónde hacen falta piezas del rompecabezas. Pasamos de perspectivas, de la mirada de un asesino, a la del escritor dudoso que incluso teme por su seguridad. Observamos el estilo de vida de los narcotraficantes, sus lujos y consecuencias, pero Ricardo Raphael nunca enaltece estos actos criminales. Porque si bien vemos dinero a montones, igual vemos sangre desbordándose por todos lados.

El texto te deja asustado y con sabor de boca raro. Hay imágenes que se quedan en la memoria, pero queda el consuelo de la ficción. Es doloroso imaginar tanto dolor y muerte; darse cuenta de cómo todo México está inundado en esta porquería, de entender que nuestras instituciones están tan debilitadas y coludidas. Este es el relato de Galdino Mellado Cruz (o el nombre que se ponga), el Zeta 9; el hijo de Oggún, dios de la guerra y donde hay guerra, hay muerte.

--

--

Alexander Lagunas

Comunicólogo, lector y escritor. Amo el cine, la filosofía y obviamente leer. Twitter: @189Alexander