De esos espacios vacíos que faltan

Alexander Lagunas
5 min readOct 14, 2020

--

El silencio es necesario, en la música, literatura, cine, en otras prácticas y diciplinas; en la vida. El silencio aporta momentos de descanso, de reflexión, de cierto distanciamiento sobre lo que ocurre en el momento. Y es que ahora con estos momentos de cuarentena pareciese que hacen falta estos vacíos; o por otro lado, ahora es tanto esta ausencia de ruido que abruma y ahoga. Quisiera poder hablar de estos espacios vacíos, de silencio de nada.

La cuarentena ha traído muchas cosas nuevas, o nuevas en un sentido más cotidiano; porque si bien ya existían las videollamadas y las dinámicas ya existían, es hasta ahora que estamos totalmente inmersos en ellas.

La cámara de las computadoras o aparatos digitales han roto esta barrera de lo privado. Nos ha obligado a compartir aquello que antes no era público. Y no sólo a nivel espacio sino a nivel persona. ¿Cuántas personas conocen tu cuarto? Ahora en cierta medida, las personas de las videollamadas lo hacen. Una invasión hacia la privacidad. De pronto estos espacios se hicieron más públicos y por ende tu persona.

El proceso incluye una serie de cambios. En primer lugar, el de tu espacio y la reorganización de éste. La limitación o censura propia de lo que es el desorden. Un elemento que si bien no todos comparte, es natural en cierta medida. Por último, esta invasión personal de ti en ese espacio específico. Para tocar este tema traeré a la mesa otro tema: hábitos de sueño.

Quisiera mencionar el aspecto donde recomienda no relacionar la cama con otra actividad que no sea dormir y el sexo. Como lo explicó, el cerebro empieza a asociar prácticas con lugares específicos; hay una desconexión con un propósito original. Yo quiero ir más lejos aún y no solamente relacionar un objeto de una habitación. Las dinámicas en línea han traspasado estas barreras y por lo mismo, la dificultad de poner atención o incluso de disfrutar. Tu mente sabe que no es el lugar; que no se toman clases ahí, que el trabajo no se realiza ahí, que tomar alcohol no sabe igual al del bar o una fiesta.

La invasión y el cambio ya son cosas que están en nuestra vida, pero es raro que después de ya un tiempo con esto, aún se sienta incómodo y creo que es debido a esta falta de espacios de vacíos, de silencios. ¿Pero qué son estos espacios? Son todos aquellos momentos donde podemos desconectarnos de lo que se está haciendo en el momento. Es el momento previo a que inicie la clase, donde hablabas con compañeros, donde te enterabas de cosas; donde interactuabas con quien tú decidieras sin tener que separarte del grupo entero. Ese mismo momento ocurría al terminar la clase. Era un espacio libre, donde el profesor no llegaba y se podía hablar con libertad. Ahora con las clases en línea, el profesor está desde el inicio hasta el fin. Este espacio hueco se canceló. Lo mismo aplica para el trabajo. Podríamos decir que sustituimos esos momentos de hablar por momentos de chat, pero no es un reemplazo adecuado; los caracteres no otorgan el mismo silencio que las accione y las palabras.

También tenemos el silencio del desplazo. Estos momentos que van desde una caminata de salón a salón, a una serie de esfuerzos que te obligan a moverte para finalmente llegar a tu destino. Son estos viajes que se hacen para arribar al trabajo, a la escuela, a una cita. Un momento de desconecte parcial o de una atención dirigida a otros asuntos. Este es un silencio que activa una acción posterior. Es aquel silencio en la orquesta que va previo a una nota fuerte, el silencio de una escena antes de revelar algo. El salto de un párrafo para comenzar otro.

¿Pero por qué contaría este momento como silencio si se están realizando acciones específicas? El manejar, el viajar en transporte como pasajero, tienen acciones de otro estilo donde la atención es constante y cambiante ante el entorno. El cambio mecánico de mover velocidades, de mover el volante, ver el retrovisor, poner direccionales, acelerar, frenar; son cosas ya intuitivas dentro del auto (para quien no sea nuevo manejando). El estar atento a las paradas, a los trasbordos, a los asientos y espacios disponibles e incluso de gente cuyas intenciones podría parecer sospechosas, el no distraerse lo demasiado para no perder tu parada; son acciones que de igual forma son naturales dentro de este otro sistema. Lo más importante de estas acciones, es que canalizan los esfuerzos para llegar a una siguiente acción. Nos movemos para llegar y por ende viajamos. El esfuerzo del viaje hace más (o menos) valioso al destino.

En la cuarentena estos viajes son nuestras idas al baño, hacia la computadora, al garrafón de agua. Son trayectos tan sencillos que no valen la pena. Quizá algo que tenga que ver al respecto es que de cierta forma, el silencio es un desperdicio en el espacio útil. Es algo que se encuentra ahí inevitablemente y que podría ser sustituido por alguna otra acción. Los silencios de los que hablo son de este estilo, son aquellos que no se pueden capitalizar, que no son “provechosos”, pero que hay ahí. Incluso puede que sea esta la razón por la cual ciertas actividades se hacen ya estando ahí; para que al menos no se en balde. De alguna manera, estos silencios era probablemente este combustible que nos obligaba a hacer estas acciones. En lo personal, no me gusta considerar al silencio como algo de este estilo. Como dije, el silencio es necesario en la vida.

No es de extrañarse que durante la cuarentena haya esta sensación de querer quitar estos espacios de silencio, pues pareciera que todo esto que estamos viviendo es un enorme silencio. Queremos llenar este espacio con otras actividades que nosotros mismos ponemos, solo para dejar de oír a este silencio. Por lo mismo, no es lo mismo ir al baño como antes. Ahora está la presión de poder llevar contigo a la clase (con la cámara y micrófono apagado), de grabar clases y volverlas a ver. De llevar todas las clases porque la otra opción es tener que afrontar este silencio incómodo.

--

--

Alexander Lagunas

Comunicólogo, lector y escritor. Amo el cine, la filosofía y obviamente leer. Twitter: @189Alexander