Bitácora de una guerra perdida

Alexander Lagunas
11 min readJun 12, 2020

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Septiembre 23, año 12

-3 desertores.
-81 soldados reclutados
Nada nuevo. Sin más por reportar.

Cuenta total de soldados: 97,922

Agosto 19, año 15

Creo que he sido algo irresponsable últimamente. Si no hubiera sido por un colega, no me hubiera dado cuenta. Sus palabras y su cara lo decían todo: “¡Mierda! ¿Desde cuándo has tenido este problema?” Siendo sincero, no sabía bien de qué me hablaba hasta que me enseñó cómo ante mis ojos caían 5 soldados ya veteranos.

A partir de hoy tendré que estar más atento con las tropas y anotar cualquier tipo de comportamiento extraño.

-25 soldados menos. Muerte sospechosa; a investigar.
-58 soldados reclutados

Cuenta total de soldados: 95,861

Febrero 4, año 18

Escribe. Dijeron que ayudará a salir de la monotonía de la guerra.

“Para muchos de nosotros es lo único que nos queda. Pronto seremos olvidados y el dejarlo en papel nos da la posibilidad de pelear otro día, o de al menos demostrar que así lo intentamos. Créeme, es difícil ser de los que van perdiendo. El observar a otros y ver cómo llevan la batalla como algo sencillo; sin preocupaciones por el futuro. Como si el futuro estuviera aún muy lejano”.

Todo esto lo dijo otro general de un rango mucho mayor al mío. Desde lejos uno podía ver con cuántas tropas avanzaba día a día. Incluso se podrían contar con exactitud si uno se tomara unos cuantos minutos de sobra; y en la guerra, uno se sorprende al ver la cantidad de tiempo muerto hay.

Escribe — dijeron — y eso haré. Sin embargo, la hora ya no es oportuna. Es mejor tomar un descanso para así estar mejor preparado por si ocurre algo inesperado.

Mañana, mañana escribo.

-77 soldados menos. Desertores y muertos.
-33 soldados reclutados

Cuenta total de soldados: 75,298

Febrero 5, año 18

¿Por dónde empezar entonces? La verdad, creo que en este punto ya no importa el pasado, sino el presente. Aún así, no quiero demeritar todos los esfuerzos que se hicieron antes de llegar a esta situación.

Me resulta difícil no hablar sobre la ubicación geográfica que nos tocó aquí en la guerra. Ocupar lugares elevados darán ventaja en la lucha. Famosa frase militar que en teoría funciona y ha mostrado su eficiencia a lo largo de la historia, sin embargo no ha sido mi caso, pues el clima ha resultado letal para todo el campamento.

Cualquier cambio en la atmósfera se ve como una potencial amenaza. El frío debilita y lleva a hambrunas prolongadas, haciendo a las tropas más vulnerables. Hemos intentado cubrirnos y prepararnos ante el frío con chamarras y gorros, pero pareciera que es un frío distinto, uno que logra penetrar los abrigos y carpas del campamento. Provocando pulmonía en los débiles y tumbándolos eventualmente. La lluvia (aunque en menor grado) ocasiona lo mismo, desgasta los cimientos y deja el suelo en condiciones lamentables. Y es difícil poder recuperarse de los daños sino hasta después de un tiempo y durante ese lapso los viejos mueren de hambre o por un resbalón accidental.

Nos ubicaron en el punto más alto y aunque esto nos deja apreciar el hermoso panorama, nos ha debilitado constantemente. Es una meseta en donde la tierra no ha sido amable y ha demostrado continuamente ser casi infértil y difícil de manejar. Y esto sin mencionar la plaga o lo que yo llamaría maldición.

Llegó sin que nadie supiera de dónde y sin alguna forma de rastrear el origen de ella. Infectó la tierra y los alimentos, causando que quienes los comieran empezaran a llenarse de grasa y a dar un aspecto brilloso. Obligando a que el aseo fuera indispensable, y como recordarán, el baño constante a esta altura, junto con el clima, llevan en ocasiones a enfermedades respiratorias. Intentamos tratar el suelo con pesticida de polvo blanco, pero no tardamos ni una semana en darnos cuenta de que no funcionaba como tanto habían prometido los gurús. La maldición no es mortal, pero ciertamente es desgastante para todas las tropas.

Da coraje, desde aquí uno puede ver otros campamentos y sus respectivas mesetas; muchas de ellas repletas de vegetación abundante y sana. Y así ¿por qué quisiera ver un paisaje tan cruel?

Creo que es todo con respecto a la geografía del lugar, ahora debo de proseguir por cuándo empezamos a perder la guerra. Hace cinco o seis años….

Mierda.

-64 muertos y desertores
-21 nuevos soldados

Cuenta total de soldados: 75,255

Febrero 6, año 18

Una tragedia, una tragedia de verdad.

-237 soldados menos. Ahogados, desaparecidos y/o desertores.
-0 nuevos soldados

Cuenta total de soldados: 75,018

Febrero 8, año 18

Había pasado ya un tiempo desde que había observado tantos soldados muertos. Tomó un día entero en poner estable el campamento. No sé cómo, pero nos sorprendió una tormenta del tipo que cualquier marinero teme al navegar. No tuvo piedad.

¿Cuándo empezamos a perder? Hace cinco o seis años me señalaron un comportamiento raro entre lo que en ese entonces era un gran ejército; más de 100 mil soldados. Puede que algo desorganizados, pero aún así con una apariencia a simple vista de gran poder y vitalidad. Pero de pronto empezaron a caer. Tres, cuatro, siete, ¡veinte! Y todo en un mismo día. No les di importancia, a esa edad y cuando apenas empieza esto, tan solo son otros datos más. Números sin significado, cuerpos que en poco tiempo llegan a sustituirse por nuevos.

Me temo que cuando me hicieron notar el problema que había en el cuartel ya era muy tarde. Había empezado lo que ha sido hasta la fecha una larga y horrenda matanza por goteo. La maldición, sucesos meteorológicos, todo sin el debido cuidado al inicio. Aún así, creo que hubiera dado igual darnos cuenta a tiempo; desde un inicio ya habíamos perdido la guerra.

— Mira, que es normal — era la respuesta de mi madre cuando le envié la primera carta a mediados de diciembre. — Todos los de acá empiezan igual que tú y terminan con poca (o nula) infantería. Muy pocos de la familia llegan a perder la batalla de forma digna y casi nadie ha llegado a ganar. Es el destino; eso no cambia.

Y es así como uno empieza a incursionar en lo que es la magia: pócimas, pomadas, aceites, hierbas, masajes, etc. Leí todo tipo de cosas con la esperanza de encontrar la solución milagrosa; en conseguir lo que todos prometían pero que nadie lograba. Lo único que había eran resultados carentes, lentos y tediosos.

No vale la pena fechar el primer intento con las pócimas. Todo el mundo las conoce, a donde quiera que vayas puedes encontrarlas. Desde las variantes naturales: llenas de promesas de que lo natural no hará daño. Las fabricadas mediante químicos científicamente estudiados para aliviar los problemas. Todas son pócimas al fin y al cabo. Que si miel, que hierbas,que chile, que la nueva fórmula, reparar el daño. Y uno lo sabe y lo sabe bien: esas cosas no funcionan. Y de todas maneras uno termina comprándoles pociones, no una sino varias. Como si de verdad uno fuera a encontrar el santo grial, como si una fuera a funcionar de verdad.

La primera que probé debió de haber sido cuando años atrás, me hicieron notar los cuerpos en el campamento. Se los hice tomar a todos, con la esperanza de ver que rejuvenecieran mágicamente, pero no pasaba nada. Luego se intentaba con otra poción y luego con otra y otra. Siempre los mismos resultados. Es cuando uno comienza a decirse mentiras a conciencia: creo que si los ha levantado, ahora caen menos, se ven en mejor estado. Aquel asterisco es la única razón por la cual ellos se pueden justificar.

En algunos otros casos era el resultado contrario al que se quería. Intentaba aplicar una nueva opción durante una semana para ver “los resultados”. Era espantoso ver cómo seguían cayendo al mismo ritmo o incluso más rápido, el verlos morir intoxicados, cediendo por todo el daño causado.

Los generales deben de estar listos para este tipo de circunstancias y deben tomarlo a sangre fría, pero el observar lo que uno mismo le provoca a sus propios soldados le pone la sangre helada y efectivamente, uno tendría que ser de piedra para no sentir lástima por aquellos que ya no están. Dejé de indignar con lo mágico. Era una muerte menos dolorosa.

Es así como uno deja de fantasear y sigue viendo las pócimas en diferentes presentaciones. Ya no las compramos, pero vemos cómo otros generales que empiezan a perder sus batallas, intercambian miradas entre sí; compartiendo una misma mentira esperanzadora. Después a uno le llegan las pócimas sin quererlas, como un regalo de la madre junto a una nota: al hijo de una amiga le funcionó, dime si ayuda. Al final, uno lo prueba por puro morbo.

Es como si todos te guiaran a ello. Otros generales, quienes desconocen del problema en carne propia, llegan sugiriendo la magia y preguntan con curiosidad por qué no lo intentamos. Uno sonríe y mueve los hombros solamente.

-138 soldados muertos
-34 nuevos reclutas

Cuenta total de soldados: 74,914

Febrero 9, año 18

Hoy en día puedo hablar de esto ya sin problemas, pero tomó tiempo; incluso hay días en donde pega más. El día después de la gran tormenta, me sentía miserable, totalmente miserable. ¿Cómo es que un general tan joven puede perder tantos soldados? ¿Cómo no importarle? ¿Por qué ahora? ¿Por qué a mí?

Eran preguntas que saltaban a la mente más a menudo y con más fuerza cuando empezaba a notarse los resultados de todas las pérdidas del campamento. El inicio es lo peor, sin duda alguna digo esto. El darse cuenta de la realidad y empezarse a ver uno ante el espejo, en fotos y no querer verse a uno mismo. ¿Qué tipo de general eres si no puedes resguardar a tus soldados? Uno esperaba que nadie se diera cuenta, pero cómo carajos no se van a dar cuenta si cada día hay menos soldados.

La infantería empezaba a verse más delgada y menos saludable. La falta de personal ocasionaba que se dejaran huecos sin cubrir, dejando descubierto zonas. Es difícil moverse en la guerra con una infantería así, sobre todo viendo cómo les va a los demás. En esos años pensaba que era algo que podía controlar, evitar e incluso reparar. Pero el paso de los años nos enseñó que no era así. Sin embargo, esto no significaba que nos pudiéramos dar vencidos. Ideamos una serie de estrategias para disimular la pérdida de soldados. Formaciones de todo tipo, barrera de contención hacia el frente, fortificación del flanco derecho, fortificación del flanco izquierdo, despliegue hacia atrás. Todos con algún tipo de déficit, pero que servían en diferentes ocasiones. El problema, era que se tenía que estar reacomodando continuamente las posiciones, pues la infantería al no estar entrenada correctamente, se dispersaban sin darse cuenta.

Se hace el esfuerzo por ir día a día como si todo estuviera en orden en el campamento, pero como dije, hay días más difíciles que otros y uno cae en un cierto tipo de melancolía porque sabe que por más que se intente ya no se ganará.

Se intenta.

-143 soldados muertos
-25 nuevos reclutas

Cuenta total de soldados: 74,796

***

Agosto 7, año 20

Fui a rendir cuentas en uno de los cuarteles generales. Cómo odio ir a esos lugares aunque sepa que son necesarios. Es terrible ir a aquel lugar. Tiene uno que ir y dejar ir soldados que ya no rinden, que ya son muy grandes o simplemente por recorte de personal. Va y uno elige cómo y quiénes son los que se deberán de ir.

— ¿Cómo va a querer que sea entonces? — preguntan casi cínicamente, como si no vieran el problema a simple vista. Ellos tan solo quieren cortar, poco o mucho, no les importa si te afecta. Eso sí, depende del cuartel a donde vayas, el trato que recibes. Les digo que no sé bien cuánto quiero que recorten del personal. No mucho, siempre pienso, pero en ocasiones hay que dejar ir a más pues es lo que de verdad conviene. — ¿Así está bien? — preguntan y digo que sí, esperando que ellos sepan mejor. Ahí me puedo dar cuenta del estado deplorable de mis tropas. Te hacen notar los huecos y la cantidad de soldados que hay por zona.

Es una tortura ver cómo van retirando soldados a por mayor, e imaginar qué tan vacío quedará el campamento después de dejar a ir a tantos. Los mutilan, dejan una parte de sí en el campamento, pero esto es solo romantizar el asunto. Al final de la visita al cuartel, siempre salgo cabizbajo y no es hasta después de unas horas que veo que no quedó tan mal el campamento. Hay otras ocasiones en donde me arrepiento de haber ido a voluntad a aquel maldito lugar y solo queda esperar por nuevos reclutas.

-2,374 soldados cedidos
-17 soldados reclutados

Cuenta total de soldados: 64,827

***

Diciembre 29, año 21

Ayer en la noche pasó algo que no he podido sacarme de la mente. Fui a un bar local con unas viejas amigas de la academia. Estuvimos ahí un rato tomando cerveza y platicando sobre cosas banales. Una de ellas la habían reasignado temporalmente de cuarteles y se iría por unos cuantos meses a España.

Bebíamos y le deseábamos mucha suerte. Al pasar unas cuantas horas, el líquido había llenado la vejiga, causando unas repentinas ganas de orinar. Me levanté tranquilamente y oriné sin problemas — al menos aquí (aún) no hay problemas — bromeé. Continué con la rutina: acomodarme, lavarme las manos y pensar en las tropas viéndome al espejo. Fue cuando una voz me sacó de mis pensamientos.

— ¡Ya veo que eres parte del club eh! — lo decía un hombre de unos 27 ó 29 años. — Vamos pues, que yo también tuve el mismo problema, aunque no tan joven — .

No comprendía de qué hablaba. Después comprendí. Había sido un general y a decir verdad, no tenía pinta alguna de haber estado al mando de tropas en su vida. Observando más detenidamente, uno podía notar que aquel hombre tenía el porte de quien años atrás había tenido soldados a su mando, pero eso ya era historia para él.

— Ya vente con nosotros, que ya te tardaste — decía energéticamente. — Mira que es bien fácil ya que uno empieza, a veces tan solo necesitamos un pequeño empujón para por fin darnos por vencidos. ¿Qué nunca has pensado en rendirte? — preguntó. — En por fin acabar con todo, ceder todas las tropas y quedarte por fin solo; sin más responsabilidades. No los vas a extrañar, te lo prometo. Créeme que desde que lo hice, todo el mundo me dice que me veo mejor y vaya que es cierto.

Era cierto, no se veía mal. No pude hacer más que sonreírle y decirle que era todavía muy temprano para darse por vencido. Y es cierto, no creo estar listo para desistir. Aunque no lo diga, me gusta la guerra o más bien; estar en el campamento con las tropas. No creo poder ser el mismo hombre si renuncio a todos ellos. ¿Qué tal si no me quedaba no estar en guerra? El hombre se veía bien, pero ¿y si yo no? Tardaría meses si no es que años para volver a juntar un ejército y claro que no sería lo mismo. No he dejado de pensar en esto, ¿y si en verdad fuera la opción?

- Soldados desaparecidos: 345
- Nuevos reclutas: 63

Cuenta total de soldados: 57,012

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Septiembre 2, año 22

Otro día más en el cuartel y sin mucho que reportar. El cambio repentino de temperatura de los últimos meses ha sido dañino, pero nada de lo que ya no estemos preparados. Las cosas se han calmado ligeramente aquí. Eso o quizá ya no me importa tanto. Hay días que siento que desaparecen nuevos soldados, veo cómo se alejan de sus posiciones y tan solo observo. Llevo tiempo sin contar a los soldados y tan solo me importa que estén bien. Los intento cuidar, pero ya no les pido que se queden un día más; si se van, se tienen que ir y punto.

Recuerdo al joven del bar y me doy cuenta que nunca me dijo su nombre. Quizá quienes pierden la guerra pierden a su vez el nombre.

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Alexander Lagunas

Comunicólogo, lector y escritor. Amo el cine, la filosofía y obviamente leer. Twitter: @189Alexander